sábado, 25 de junio de 2016

LA UTILIZACIÓN DE CUENTOS PARA INTERVENCIÓN CON NIÑOS


Los cuentos o los relatos metafóricos pueden ser un buen recurso para la aplicación clínica. Algunas corrientes, como la psicoanalítica, los han utilizado no solo con fines terapéuticos (Bettelheim, 1975), sino también como evaluación de la personalidad (Coulacoglou, 1997). Con el tiempo y cada vez más, otras corrientes psicológicas empiezan a hacer uso de ellos. 
En el trabajo con niños, por su limitación cognitiva, se hace necesario poner en práctica todos los recursos de los que dispongamos, como juegos, ejemplificaciones y por supuesto, también cuentos. Con los cuentos, no solo podemos obtener información del niño, sino que además, podemos trabajar los aspectos que consideremos necesarios en cada caso, ya que ayudan a ejemplificar cada problemática facilitándole al niño su entendimiento. 

Características que hacen eficientes los cuentos  según Bettelheim (1975:

 - Enfrentan a los niños con los conflictos humanos básicos: sentimientos desesperados de soledad y aislamiento; angustia moral, miedos, la necesidad de ser amado, el miedo a la muerte… Si no se les muestra este tipo de situaciones, el niño nunca aprenderá a enfrentarse a ellas. 

- Plasman una realidad en la que tienen cabida tanto las cosas buenas como las malas, es decir, transmiten el mensaje de que la vida real no siempre es agradable. Al enfrentar a los niños este tipo de dificultades, se le está ayudando a vencerlas.

 - Ofrecen soluciones al alcance de la comprensión del niño. El niño necesita que se le den sugerencias en forma simbólica, sobre cómo debe actuar en sus dificultades y poder avanzar sin peligro hacia su madurez. Los cuentos de hadas presentan este tipo de dificultades de forma muy simplificada. 

- Conciben al ser humano como personas capaces de actuar de forma interesada, o agresiva, evitando la idea de que el hombre es bueno por naturaleza. Según Bettelheim, los niños saben que ellos mismos a veces no son buenos. Si se le niega al niño la posibilidad de creer que a veces, se actúa de forma no deseada, corre el riesgo de verse a sí mismo como un monstruo.

 - En este tipo de cuentos, la maldad y la bondad están siempre presentes y se encarnan en los personajes, que nunca son ambivalentes; no son buenos y malos al mismo tiempo, como en la realidad. Esta polarización ayuda a su comprensión, ya que la mente del niño también tiende a ser dicotómica (el hermano listo y el tonto, la hermana trabajadora y la perezosa, la guapa y la fea, el padre bueno y el perverso…). Según Bettelheim, las ambigüedades no deben plantearse hasta que no se haya establecido una personalidad más firme. En este momento, el niño comprende que existen grandes diferencias entre la gente y que por ese motivo, está obligado a elegir qué tipo de persona quiere ser. 


LOS CUENTOS Y EL APRENDIZAJE POR OBSERVACIÓN 

Uno de los autores que ha estudiado las funciones de los cuentos infantiles en nuestro país es José Luis Calvo Buezas. Durante la década de los ochenta publica varios trabajos acerca de los efectos que tienen los cuentos en la infancia desde la perspectiva del aprendizaje por observación. Según él, el cuento funciona por el aprendizaje observacional o vicario, es decir, por imitación de modelos. En el aprendizaje a través del cuento el esfuerzo va dirigido directamente al protagonista y no al niño, lo que hace que sea mucho más preciso y funcional. La observación de modelos en los cuentos puede suscitar tres formas distintas de respuestas en el observador (Calvo Buezas,1986 a):


 1. Adquisición de nuevas conductas. El observador puede adquirir respuestas nuevas, que previamente no existían en su repertorio. Mediante el cuento, el niño se expone a experiencias nuevas, a las que no se enfrenta en su vida real (el acoso de un animal, la pérdida familiar, la pobreza…) y a partir de estas experiencias, el niño puede aprender una amplia gama de conductas que pueden llevarle al éxito y que pueden serle útiles para otras situaciones difíciles. 

2. Inhibición o desinhibición de conductas que ya posee el sujeto. La observación de modelos puede producir efectos inhibitorios o desinhibitorios en algunas de las conductas que ya existen en el repertorio del observador. En la trama de los cuentos, frente a un modelo de conducta que triunfa, aparece representada, de modo más o menos explícito, otra forma de conducta que es la causante de la desgracia (antihéroe). Estas tipificación de respuestas pueden inhibir ciertas conductas (la desobediencia en los siete cabritillos, la excesiva confianza en Caperucita…) o por el contrario, podrían desinhibir otras.

 3. El efecto provocación. La observación de conductas en los cuentos puede hacer que en la vida real, al referirnos a un cuento en concreto, este sirva como disparador de respuestas de la misma clase. La narración del cuento serviría por tanto para reforzar respuestas socialmente ajustadas y para provocar otras. Por un lado, reforzamos determinadas conductas por su similitud a determinados personajes (el trabajo de la tortuga en la liebre y la Tortuga) y por otro, al aludir a un cuento o a un personaje, este funciona como “disparador” de determinadas conductas. Ej. Si mientes, se te pondrá la nariz como a Pinocho.

Además, este autor destaca los dos tipos de mecanismos que funcionan en el aprendizaje por observación:

 1. Refuerzo secundario. El sujeto A (modelo) da una respuesta, y esta respuesta gratifica a B (observador). Como resultado, la respuesta de A adquiere para B un valor de refuerzo secundario y para poder conseguir ese refuerzo, en las ocasiones en las que A no realiza la conducta, el observador B la reproduce. Dicho de otro modo, el niño (B) se identifica con el personaje (A), por lo que la gratificación que recibe el protagonista con el triunfo final, sirve de refuerzo al propio niño. Como consecuencia, este intentará reproducir el tipo de respuesta que le llevó al protagonista a conseguir el triunfo, ya que se trata de un refuerzo. 

2.Aprendizaje por empatía. El modelo realiza un tipo de conducta y obtiene unas consecuencias. A su vez, B (observador) presencia las consecuencias satisfactorias o de disgusto consecuentes a la conducta de A, por lo que B tiende a repetir o rechazar los mismos tipos de respuestas de A. Se trataría de una conexión empática que une al niño con el modelo. 


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