Los elementos de interés son múltiples, pero los sintetizaremos en una perspectiva
integral de cinco vías en torno al foco de la persona-en-el-entorno donde
van encajando los diferentes aspectos y facetas (García, 1999a). Seguidamente,
pasaré revista a modelos de formación de profesionales en este campo, que también
son modelos de intervención, las intervenciones basadas empíricamente (IBE)
y el aprendizaje basado en problemas (ABP). Y, por último, se apuntarán algunas
ilustraciones de intervención y estrategias generales como el consejo y asesoramiento,
el diseño y desarrollo en la gestión de casos, o las redes de apoyo social, y
específicas, como la intervención psicoeducacional multimétodo, el análisis funcional
de conductas comunicativas, la evaluación funcional e intervención comprensiva,
el uso de metáforas constructivistas (andamiaje, arbotante, máximas
comunicativas), o el uso de metas individuales para el apoyo educativo. Dada la
limitación de espacio sólo recogeremos los argumentos más relevantes remitiendo
a las referencias concretas para una información adicional.
El puntal básico de la evaluación e intervención psicopedagógica para ayudar
a las personas con trastornos del desarrollo, y que da sentido a todo lo aquí
planteado, es la necesidad de construir modelos integrales de intervención (ver
figura 1). El modelo que proponemos se focaliza en la persona-en-el-entorno, preocupación
básica y objeto de la intervención (no se interviene sólo en la persona
sino también en el contexto en que se desarrolla).
Se articula la toma de decisiones para la
actuación en torno a cinco vías que se entrelazan constituyendo redes de intervención.
En primer lugar, el foco de la intervención psicopedagógica, sea educativo, familiar
o socio-comunitario. En segundo lugar, el tipo de necesidades especiales que presente
la persona, necesidades educativas especiales, necesidades familiares especiales
o necesidades socio-comunitarias especiales, en concordancia con el foco de la
intervención, lógicamente. La tercera vía es la de los modelos, estrategias o técnicas
de intervención psicopedagógica, aspectos que se articulan en función del foco de
intervención y del tipo de necesidades especiales que presenten las personas con trastornos
del desarrollo y sus familias. Otra vía adicional es la del momento en el
desarrollo del ciclo vital en que se sitúen las personas con trastornos del desarrollo.
la formación de los profesionales de
la intervención psicopedagógica en los trastornos del desarrollo (y por lo tanto de las
dificultades de aprendizaje) y el tipo de prácticas que siguen. ¿Están validadas empí-
ricamente las intervenciones con estudios rigurosos (IBE)? ¿Se puede implementar
algún modelo de interés con esta finalidad como el ABP? Barlow et al. (1999) enfatizan
la necesidad de basar las intervenciones en tratamientos apoyados empíricamente,
lo que implicaría para nuestro caso que la práctica psicopedagógica esté basada
en la evidencia científica, que utilicen métodos científicos para implementar
intervenciones solas o combinadas que reúnan las propiedades no sólo de ser efectivas
(cuestión de validez interna o de evidencia científica) puesto que hay muchos
estudios que evidencian la eficacia de los tratamientos, sino además que sean eficientes
(validez externa o análisis de su utilidad) y de esto hay muy pocos estudios.
Además, los tratamientos apoyados empíricamente habrían de articularse según
contínuos de dificultades del desarrollo y del aprendizaje, y utilizarse mucho más.
Es llamativo la poca difusión (y escaso uso) de prácticas de IBE, observándose prácticas
sin ninguna evidencia muchas veces, no justificadas ni téorica ni empíricamente.
el uso de intervenciones y estrategias generales o específicas para
ayudar a las personas con dificultades del desarrollo y del aprendizaje y sus familias.
Se han implementado intervenciones y estrategias generales como las basadas
en el consejo y asesoramiento, en el diseño y desarrollo de la gestión de casos o en
las redes de apoyo social. El caso del consejo y asesoramiento es de gran utilidad con
alumnos con discapacidades medias, como las personas con problemas de aprendizaje,
cuando surgen problemas psicosociales de falta de auto directividad (culpabilización
del fracaso y atribución externa del éxito), de inmadurez social e inadecuación
social (interacción entre iguales y maestros, ubicación vocacional), o de problemas
de personalidad (bajo autoconcepto, ansiedad, no participación, pobre autoconfianza,
depresión). Asume los roles de identificación y derivación, de consulta
con maestros y personal escolar, proporciona consejo individual y grupal o consejo
a los padres (Barak y Golan, 2000; Bowen, 1998). La gestión de casos, dentro del
paradigma de diseño y desarrollo (D&D) persigue la gestión de casos centrado en
tareas (p.ej., el fracaso escolar).
Conectando la investigación y la mejora de los servicios
mediante tecnología de intervención. Se crea un «equipo de gestión de casos»
con funciones de consulta, supervisión, participación interdisciplinar y varias agencias.
Ello representa un nuevo enfoque psicopedagógico y enfatiza la necesidad de
considerar el impacto financiero, político, ético y los factores contextuales. Se basa
en el compromiso paso a paso en seis estadios:
(i) análisis del problema y planificación
del proyecto
(ii) recogida de información y síntesis
(iii) diseño del programa desarrollo inicial y examen piloto
(v) valoración y desarrollo avanzado
(vi)
diseminación y adaptación (Bailey-Dempsey y Reid, 1996; Björkman y Hansson,
2000; Okpaku y Anderson, 1997). Por último, el uso de redes de apoyo social, aunque
útil en general, iría dirigido a los trastornos del desarrollo más graves, dada la
utilización amplia de recursos sociales. Básicamente, se parte de una evaluación del
apoyo social para desarrollar los programas de intervención. La evaluación del
apoyo social implica considerar:
(i) las funciones de apoyo, tanto instrumental como
expresiva, y tanto los aspectos estructurales u objetivos (cantidad y diversidad de
apoyos recibidos) como los subjetivos (ej., satisfacción con el apoyo).
(ii) los niveles
sociales de comunidad, de redes o de intimidad
(iii) los recursos psicológicos necesarios
para participar en redes (competencia personal, autoestima, habilidades
sociales de apoyo, self familiar);
(iv) el trastorno o la discapacidad (activos y déficits);
(v) la influencia de los sucesos vitales (positivos o negativos), estresantes o no, en
los diferentes ámbitos como la escuela, el hogar y el matrimonio, la familia, la salud,
el trabajo, el cambio personal, el dinero, los aspectos legales, etc.
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